jueves, 14 de abril de 2011

SION. Ministerio de adoración Eucarística.

Sion quiere vivir, bajo el soplo del Espíritu Santo¹, en la misericordia del Padre², ante y para la presencia del Hijo bien amado³, viviendo su secreto y cooperando en su obra personal⁴∙⁵; con María que continúa viviendo su misterio de abandono total y confianza, su misterio de “Fiat” en el silencio y la pobreza, su misterio de misericordia y de alabanza, su misterio de gozo⁶. Siendo vivido, escondidos en Dios, ocultos a las miradas humanas⁷ y siempre bajo la reflexión de la Palabra de Dios⁸ a través de las tres Sabidurías, como hijos de San Juan en el silencio y don de la cruz⁹, en concordancia y obediencia al Papa y el Magisterio de la Iglesia¹⁰; en un ambiente festivo y juvenil de caridad fraterna¹¹. Buscamos conocer a Jesús a través de María, ya que el Espíritu Santo esculpe en María esta imagen viva de la Trinidad, y no puede sino reproducir en ella el rostro íntimo de Dios trinitario para que María pueda ser la Madre de Aquel que es “irradiación esplendorosa de su gloria y sello de su sustancia”¹². A María se ha revelado, en la cooperación con los dolores de Cristo, un secreto tan divino, tan extraordinario, que el Padre ha querido que sea expresado por el pan Eucarístico, pues la sola palabra no es suficiente. El sacramento del cuerpo de Cristo compromete la omnipotencia del Padre poniéndola al servicio inmediato del don más humilde, pero también el más eficaz, es decir, el alimento, el pan-cuerpo de Jesús¹³. Así, reunidos por el Espíritu santo y estando juntos en un solo lugar¹⁴, deseamos ser adoradores en “espíritu y en verdad”¹⁵ al disponer nuestras voluntades e inteligencias¹⁶, para reflexionar sobre la Palabra¹⁷, escucharla y ponerla en práctica¹⁸ con en el testimonio humilde¹⁹, por medio de la lectio divina, acogiendo lo que el Espíritu tiene a bien inspirarnos²⁰, purificando nuestra imaginación²¹ y profundizando la reflexión con el legado de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia²², una exhortación del sacerdote durante la hora santa y la homilía del domingo. En un espíritu de humildad y pobreza, ponemos en común nuestros talentos²³ musicales, de logística y gestión, para que por medio del trabajo intelectual y material, cada semana en sábado por la noche, dispongamos un ambiente propicio para que los jóvenes tengan un encuentro personal con Jesús, a través de la lectura del Evangelio del siguiente domingo, la exhortación de un sacerdote, y ante todo la adoración animada de la Presencia Real, con cantos simples y repetitivos que expresan verdades eternas; para que de esta manera el joven aprehenda la realidad y actualidad de la Palabra y se torne en oración y alabanza a Dios, clamando con fe²⁴ y deseando recibir el cuerpo de Cristo en la mesa eucarística²⁵. Durante la hora santa del sábado no utilizamos medios artificiales como amplificadores o micrófonos, ya que procuramos que los sentidos sean purificados, para que de esta manera nuestra sensibilidad se disponga a la presencia real de Jesús en el altar, además de que invita a las personas a unirse en una sola voz con la multitud del ejército celestial, para alabar dando Gloria a Dios en las alturas²⁶. Al ser hijos de San Juan sabemos que como Jesús-hostia, María es dada a cada miembro de Cristo. Su corazón de Madre es entregado a cada uno de sus hijos, que es su lugar propio²⁷. Reflexionamos constantemente y a través de nuestra propia experiencia, los componentes de nuestra vida cristiana en la tierra: como una espera distendida y alegre, una prueba en la lucha y el combate, un fracaso humano total, una muerte; en fin, el cielo ya empezado, la espera de la vuelta de Cristo²⁸. Si queremos permanecer en la verdad, es preciso mantener estos aspectos diversos y su equilibrio divino y considerar a la que ha sido dada para comprenderlo, como lo dice San Bernardo: El nombre de la virgen era María. Ella, pues, es aquella noble estrella nacida de Jacob, cuyos rayos iluminan todo el orbe, cuyo esplendor brilla en las alturas y penetra los abismos; y, alumbrando también a la tierra y calentando más bien los corazones que los cuerpos, fomenta las virtudes y consume los vicios. Esta misma, repito, es la esclarecida y singular estrella, elevada por necesarias causas sobre este mar grande y espacioso, brillando en méritos, ilustrando con ejemplos. ¡Oh!, cualquiera que seas el que en la impetuosa corriente de este siglo te miras, mas antes fluctuar entre borrascas y tempestades, que andar por la tierra, no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres no ser oprimido de las borrascas. Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María²⁹. En Sion, conscientes del llamado a la santidad por la purificación del bautismo³⁰, deseamos andar por el camino de la búsqueda de la verdad que, a pesar de nuestras limitaciones nos lleve, de la mano de María, al descubrimiento de lo que Dios revela cuando dice: La senda de los justos es cual fúlgida luz matinal cuyo brillo va creciendo hasta la plena radiación del día”³¹. ¹ Gn 2, 7; Hch 2, 2. ² Ps 103, 8; Eclo 2, 23; Lc 1, 50.54; Lc 1, 78-79. ³ Lc 9, 35. ⁴ Gal 3, 13-14. ⁵ PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 383. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. ⁶ PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 387. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. ⁷ Mt 6, 6. ⁸ Jn 17, 17. ⁹ Jn 19, 26. ¹⁰ Mt 16, 16-19. El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma. (Catecismo del a Iglesia Católica, 85). ¹¹ Rm 12, 8-10. ¹² Heb 1, 3. PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 382. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. ¹³ PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 393. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. ¹⁴ Hch 2, 1. ¹⁵ Jn 4, 23. ¹⁶ Rm 12, 1-2. ¹⁷Jn 17, 17. ¹⁸ Mt 7, 24. ¹⁹ 1Cor 2, 1-5; 1Cor 9, 16.19.23; 2Cor 4, 5. ²⁰ 1Cor 12, 3; Hch 2, 4. ²¹ 1Cor 1, 18. ²² Cuando Dios quiere que un misterio revelado en Cristo alcance su claridad máxima en un momento dado de la vida de la Iglesia, es para que vivamos de él. Toda la revelación es relativa a nuestra fe y en modo alguno puede considerarse como un conocimiento especulativo, abstracto; es un conocimiento divino, que tiende a connaturalizarnos con el misterio revelado y a permitirnos vivir de él. PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 374. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario. (Catecismo de la Iglesia Católica, 88). ²³ Rm 12, 3-8; 1Cor 12, 4-8. ²⁴ Mt 15, 25. 28. ²⁵ Mt 26, 26-28. ²⁶ Lc 2, 13-14. ²⁷ Jn 19, 26-27. ²⁸ PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 400. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. ²⁹ San Bernardo, La Virgen Madre, pp. 55-56, RIALP, S. A., Madrid, 1957. Citado por PHILIPPE, M-D. Misterio de María, pp. 401. Ediciones RIALP, S. A. Madrid, 1986. ³⁰ 1P 1, 15-16; 1Cor 1, 2. ³¹ Prov. 4, 18.